Siete aventuras antárticas imprescindibles
A menos que seas un científico, no existe un viaje a la Antártida que sea un medio para conseguirlo.
El mero hecho de estar allí es motivo suficiente para hacer el viaje, incluso, apostamos, para la mayoría de los científicos que viajan a la Antártida únicamente para investigar. Aún así, hay muchas cosas que puede hacer para maximizar su experiencia antártica.
Éstas son siete de nuestras selecciones más probadas.
1. Cruzar la puerta de la Antártida: el Pasaje de Drake
Empecemos por lo más obvio.
Como la mayoría de los cruceros por la Antártida requieren que navegue por el Pasaje de Drake (que cruza desde Argentina hasta el continente antártico), ésta es la única parte de esta lista que suele ser inevitable.
Y eso es bueno. Mientras navega por el Drake, verá un voluminoso elenco de aves marinas que no pueden ver quienes vuelan a la Antártida.
También ganará una sensación de logro, al haberse sometido al "rito de paso" antártico.
Para los propensos al mareo, la travesía del Pasaje de Drake puede requerir algunos medicamentos y una mentalidad optimista. Para todos los demás, les alegrará saber que esta extensa vía navegable es la ruta marítima más transitada en la historia de los descubrimientos antárticos.
Así pues, llénese de pastillas, lea a Shackleton y no se vaya tranquilo a ese amanecer azul.
2. Observar ballenas antárticas desde un barco o una zodiac
Jorobadas, minke, azules, orcas, sei, rorcuales comunes... La lista continúa.
Navegar hacia, desde y alrededor de la Antártida (ya sea en un buque reforzado con hielo o en zodiac) le dará la oportunidad de avistar varias especies de ballenas. Como prueba, consulte nuestra amplia oferta de cruceros de avistamiento de ballenas.
La pregunta ahora es, ¿llevará a la Antártida una cámara decente y habilidades fotográficas afinadas para preservar el momento en imágenes?
Recuerde, el tiempo y la marea no esperan a nadie. Y las ballenas tampoco.
3. Navegue en kayak por las bahías cristalinas de la Antártida
Si le apetece estar en contacto directo con icebergs, témpanos de hielo y mares helados de la Antártida, nada se lo ofrece mejor que el kayak, excepto quizá el submarinismo, pero de eso hablaremos más adelante.
Sin embargo, si aún no está preparado para dar el salto, pruebe con un kayak. Es más cálido.
Nuestros veteranos guías le mostrarán los mares polares, donde obtendrá vistas de la Antártida que sólo disfrutan unos pocos afortunados viajeros y los mamíferos marinos más curiosos. Empápate del silencio, respira el aire vigorizante y deslízate con la fuerza de tus propios brazos.
4. Hazte amigo de unos cientos de pingüinos
Más incluso que por las ballenas, la Antártida es famosa por su gran población de pingüinos.
Vaya donde vaya, los pingüinos no suelen estar lejos. Y en algunos lugares estas aves no voladoras abundan, con colonias de cría que se cuentan por miles.
De hecho, hemos clasificado los viajes a la Antártida por especies de pingüinos: papúa, adelia, rey, barbijo... ya se hace una idea.
5. Acampar bajo las estrellas del hemisferio sur
¿Recuerdas lo de leer a Shackleton? El camping antártico te permite vivir como Shackleton.
En realidad, Shackleton lo tuvo mucho peor la mayor parte del tiempo. Pero oye, vendemos cruceros de expedición, no simulaciones de tortura. Cuando acampe con nosotros, tendrá todo el confort que una piragua de nieve y un saco momia puedan permitirle.
Y mira cómo centellea la Cruz del Sur en el cielo polar...
6. Sobrevuele el mar y la nieve antárticos en helicóptero
¿Por qué caminar si también se puede navegar? ¿Por qué navegar si también se puede volar?
En determinados viajes a la Antártida, como algunos de nuestros cruceros por el Mar de Weddell y el Mar de Ross, podrá observar los paisajes helados del extremo sur desde la perspectiva de un ave marina.
Únase a uno de nuestros grupos de helicópteros y deje que nuestros pilotos le asombren con elevados barridos aéreos de la naturaleza antártica. Si le parece increíble desde la costa, no se creerá cómo se ve a varios cientos de metros por encima de ella.
7. Dese un auténtico chapuzón polar: Buceo en la Antártida
Navegar en kayak está muy bien, acampar es una pasada, pero hay pocas actividades que diferencien tanto a un fanático de la nieve de un viajero antártico normal y corriente como el submarinismo polar.
Y no cualquiera puede hacerlo, al menos no sin mucha práctica.
Debido a su dificultad inherente, le exigimos que haya realizado al menos 30 inmersiones en aguas frías con traje seco antes de unirse a nuestros programas de buceo. Si tienes esta documentación, ¡bien por ti! Póngase el traje, abróchese el cinturón y vea todo un mundo nuevo de colores y criaturas antárticas.
Si no, siga buceando y díganos en qué momento está preparado. Tenemos una serie de emocionantes viajes de buceo a la Antártida en los que la espera merecerá la pena.
Nuestros maestros de buceo (que suman 200 años de experiencia) darán fe de ello.