Fridtjof Nansen, figura fundamental de la exploración ártica, fue algo más que un explorador: fue un científico, humanitario, estadista y visionario cuyas audaces expediciones al Ártico ayudaron a reconfigurar la comprensión mundial de las regiones polares. Dos notables expediciones al Ártico definieron su carrera polar, lo situaron en el centro de atención en Noruega y lo aclamaron como héroe nacional: su travesía de Groenlandia a pie en 1888 y la legendaria expedición Fram de 1893 - 1896.
Una infancia con promesas polares
Una vida marcada por la búsqueda incesante del conocimiento, la aventura y los límites de la resistencia humana comenzó en 1861 con el nacimiento de Fridtjof en Noruega. El joven Nansen llevaba sangre de estadista en las venas a través de los árboles genealógicos de sus padres, y una vida cómoda sentó las bases para su trabajo en la vida a través de los veranos dedicados a la caza y el perfeccionamiento de las actividades al aire libre y las habilidades de supervivencia, mientras que las excursiones de esquí dominaban los inviernos de su infancia.
Nansen estudió zoología y, por sugerencia de su profesor, aprovechó la oportunidad de estudiar la zoología del Ártico a bordo del Viking en 1882. Mientras el Viking navegaba entre Groenlandia y Spitsbergen en busca de focas, el barco se quedó atascado en el hielo frente a la costa de Groenlandia, lo que supuso el primer encuentro de Nansen con esta masa de tierra casi totalmente desconocida, y desencadenó una idea que más tarde se haría realidad: la travesía del casquete glaciar de Groenlandia.
Tras regresar a Noruega, Nansen prosiguió sus estudios, ocupando el puesto de conservador en el Museo de Bergen, y publicó una tesis doctoral en 1887. A lo largo de estos seis años, fue fermentando una visión y formando un plan para su regreso triunfal a las costas de Groenlandia.
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Hacia lo desconocido: La travesía de Nansen por Groenlandia
En 1888 gran parte del paisaje de Groenlandia seguía siendo desconocido, un mundo duro y sin cartografiar de hielo y roca. Nadie lo había cruzado con éxito de costa a costa. Inspirado por las expediciones de Adolf Erik Nordenskiöld (1883) y Robert Peary (1886), Nansen empezó a planear su expedición en 1887. Su idea era cruzar de este a oeste, con lo que él y sus hombres quedarían varados en la inaccesible costa oriental. Esto significaba que Nansen y su equipo no tendrían otra opción que avanzar hacia el oeste a toda costa.
En julio de 1888, Nansen, acompañado por cinco hombres con esquís y un hombre que arrastraba sus trineos, partió del cazador de focas Jason, obligado a iniciar su expedición a unos 200 km al sur de su punto de partida previsto, y retrasado por más de un mes en el que intentaron llegar a la costa en pequeñas embarcaciones en medio de una densa capa de hielo.
Tras abandonar Umivik el 15 de agosto, el grupo se enfrentó casi de inmediato a ascensos difíciles, a un tiempo feroz y a un peligroso mundo de grietas, acantilados de hielo y brutales casquetes polares. Tras alcanzar la meseta a 2.719 metros de altitud, las temperaturas cayeron por debajo de los -40 grados por la noche y los hombres lucharon por mantenerse calientes. Muy pronto quedó claro que su destino previsto, la bahía de Disko, estaba fuera de su alcance si querían llegar antes de que zarpara el último barco de la temporada, por lo que Nansen desvió al equipo hacia Godthåb (la actual Nuuk), adonde llegaron tras recorrer unos 500 km de tierra desconocida en unos dos meses.
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Celebrada su llegada, Nansen y sus hombres se enteraron de que no serían recogidos hasta la primavera siguiente. Sin embargo, su estado de ánimo era intacto: habían logrado su objetivo de convertirse en los primeros en completar una travesía trans-Groenlandia, habían registrado datos sobre el espesor del hielo, la meteorología y la geografía, y habían establecido nuevos estándares para el trabajo de campo polar.
Su éxito también marcó un punto de inflexión en la filosofía de la exploración del Ártico, demostrando las ventajas de los equipos pequeños y móviles sobre las expediciones grandes y engorrosas.
El cenit de Nansen: La expedición del Fram al Polo
Ya célebre en Noruega, Nansen puso sus ojos en un objetivo aún más ambicioso: el Polo Norte. Una teoría propuesta por el meteorólogo Henrik Mohn sobre la deriva transpolar le convenció de que se podía aprovechar la deriva natural del hielo marino para alcanzar el Polo Norte. A mediados de la década de 1880, los restos del USS Jeannette, que había sido aplastado por el hielo de la costa siberiana, fueron descubiertos en la costa de Groenlandia, exactamente en el lado opuesto del Océano Ártico.
Convencido de que las corrientes oceánicas atravesaban el polo desde Siberia hasta Groenlandia, encargó el diseño de un barco, el Fram, construido específicamente para resistir la congelación y el arrastre por el hielo.
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En 1893, Nansen zarpó de Noruega a bordo del Fram, acompañado por un grupo de 12 tripulantes cuidadosamente seleccionados, entre ellos Hjalmar Johansen. En septiembre, Nansen registró su posición a 78°49′N 132°53′E, se pararon los motores del barco y comenzó su deriva en el hielo frente a la costa siberiana. El Fram se movió con las corrientes árticas durante más de un año, a menudo arrastrado hacia el sur, y no pasó de 80°N hasta marzo de 1894. En noviembre, Nansen anunció un cambio en el plan. Estaba claro que la deriva no les llevaría directamente sobre el polo, y en su lugar, él y un compañero partirían a pie a través del hielo, con el objetivo de llegar lo más cerca posible del polo.
La carrera hacia el Polo
En marzo de 1895, cuando el barco sobrepasó los 84º de latitud norte, Nansen y Hjalmar Johansen abandonaron la seguridad del Fram y se lanzaron a cruzar el hielo con trineos tirados por perros y kayaks, con el objetivo de acercarse lo más posible al polo. Al cabo de una semana, habían recorrido una media de 17 km al día. Sin embargo, empezaron a toparse con enormes bloques de hielo y un terreno cada vez más accidentado. El 7 de abril decidieron dar media vuelta, tras registrar una latitud récord de 86°13′N. Pero su viaje no había terminado.
En su retirada hacia el sur, un error provocó la pérdida de ambos cronómetros, instrumentos fundamentales para calcular la longitud y que les impidieron trazar con precisión su ruta hacia la Tierra de Francisco José. A pesar de ello, siguieron adelante y se encontraron con un clima cada vez más cálido, que empezó a romper el hielo, haciendo que el camino fuera cada vez más difícil y traicionero. En julio avistaron tierra y llegaron al borde de la banquisa a principios de agosto.
Sin saber exactamente dónde se encontraban, se dieron cuenta de que tendrían que pasar el invierno, así que construyeron una pequeña cabaña de piedra que les serviría de hogar durante ocho meses.
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Rescate fortuito y aclamación internacional
Tras pasar el invierno comiendo carne de oso y foca y preparándose para el viaje, Nansen y Johansen salieron de su refugio en mayo de 1896. El 17 de junio, mientras hacían una parada para reparaciones tras ser atacados por las Morsas, se oyeron ladridos de perros y voces humanas. Al investigar, Nansen vio acercarse a un hombre. Al preguntarle si era Nansen, tartamudeó una respuesta desconcertada: "Sí, soy Nansen".
Se habían encontrado por casualidad con el explorador británico Fredrick Jackson, que dirigía una expedición a la Tierra de Francisco José. Habían sobrevivido a un arduo viaje de más de 15 meses en condiciones extremas, estableciendo un nuevo récord nórdico y superando los límites de lo que era posible en aquella época.
En agosto de 1896, el Fram emergió de la masa de hielo al noroeste de Spitsbergen, demostrando que la teoría de la deriva polar de Nansen era correcta, a pesar de no haber alcanzado el polo. Con todas las manos a salvo y valiosos datos científicos recogidos, además de un nuevo récord nórdico establecido, la expedición fue celebrada como un éxito rotundo en términos de datos científicos y logros humanos.
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Un legado polar perdurable
Las expediciones de Nansen redefinieron las posibilidades de las regiones polares. Introdujo innovaciones en la vestimenta, el equipo y la estrategia que adoptarían futuros exploradores, como Roald Amundsen, quien atribuyó a Nansen una influencia significativa. Su imagen era tal que se le consideraba un oráculo polar, que aconsejaba a muchos otros exploradores polares, entre ellos Robert Falcon Scott, sobre sus propios preparativos y planes.
Tras retirarse de los viajes polares, Nansen se dedicó a la ciencia y la diplomacia. Se convirtió en un prestigioso oceanógrafo y en un humanitario de renombre, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1922 por su labor de ayuda a los refugiados tras la Primera Guerra Mundial a través de la Sociedad de Naciones. Estuvo asociado a muchas organizaciones prestigiosas, entre ellas la Royal Geographical Society. Realizó diversas investigaciones en el Ártico en varios viajes más sobre temas muy diversos, dejando un legado que se extiende más allá de los dominios del mundo polar.
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Su barco, el Fram, conservado en el Museo Fram de Oslo, es hoy un monumento a sus logros, junto con los numerosos hitos geográficos que llevan su nombre. El Fram fue utilizado por Roald Amundsen en su exitosa expedición al Polo Sur en 1911.
En una época en la que los satélites y los rompehielos cartografían las regiones polares, la historia de Nansen sigue siendo un poderoso recordatorio de lo que se puede conseguir con visión, resistencia y el inquebrantable deseo de explorar lo desconocido. Su travesía de Groenlandia en 1888 y la legendaria expedición del Fram entre 1893 y 1896 sentaron las bases de una nueva era de exploración polar y dejaron un legado que sigue inspirando hoy en día.
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