HDS23-23, diario de viaje, Antártida - Basecamp

Hoy es el día de embarcar en el M/V Hondius, el hermoso buque de 107 m que nos llevaría a explorar la Antártida. Tras visitar Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, embarcamos a las 16:00 horas, donde nos reciben el personal y la tripulación, que nos dan una calurosa bienvenida a bordo. Tras registrarnos, nos dirigieron a nuestros camarotes y, a continuación, al salón para tomar té, café y galletas. Mientras estábamos en el salón, empezamos con una sesión informativa para familiarizarnos con el barco, una sesión informativa de seguridad obligatoria a cargo del Oficial Jefe, Matai, y completamos el simulacro obligatorio.

Después del simulacro, en el Salón de Observación nos unimos al Cóctel del Capitán, donde conocimos al Capitán y aprovechamos para disfrutar de los canapés. El Capitán Toni nos habló un poco de él y brindó por el viaje que nos esperaba. A continuación se presentó el Equipo de Expedición; fue interesante conocerlos a todos y saber de dónde eran. Si aún no estábamos lo suficientemente llenos, llegó el momento de disfrutar de una deliciosa cena buffet preparada por nuestro Jefe de Cocina y el equipo de cocina. Mientras el barco navegaba por el Canal de Beagle, disfrutamos de las vistas con una luz fantástica junto con nuestra cena. Durante la cena, charlamos animadamente sobre el viaje y las aventuras que nos aguardaban.

Después de cenar, algunos de nosotros salimos a disfrutar de las vistas y observamos a los demás barcos que atravesaban el Canal de Beagle. Este canal es un estrecho en el archipiélago de Tierra del Fuego, en el extremo sur de Sudamérica, entre Chile y Argentina. El canal separa la isla principal, la Isla Grande de Tierra del Fuego, de varias islas más pequeñas, como las islas Picton, Lennox y Nueva; Navarino; Hoste; Londonderry; y Stewart. La zona oriental del canal forma parte de la frontera entre Chile y Argentina y la zona occidental se encuentra íntegramente dentro de Chile. El Canal de Beagle, el Estrecho de Magallanes al norte y el Paso de Drake al sur son los tres pasos navegables alrededor de Sudamérica entre los océanos Pacífico y Atlántico.

El canal tiene unos 240 km de largo y 5 km de ancho en su punto más estrecho. Se extiende desde la isla Nueva, al este, hasta el estrecho de Darwin y la bahía de Cook, en el océano Pacífico, al oeste. El mayor asentamiento del canal es Ushuaia, en Argentina, seguida de Puerto Williams, en Chile. Se trata de los asentamientos más australes del mundo.

Nos quedamos despiertos hasta tarde para disfrutar de las vistas y de la luz cambiante del atardecer. Nos preguntamos qué nos espera en la Antártida.

Desde las primeras horas de la mañana de este domingo, nos hemos dejado mecer suavemente mientras el Hondius bailaba entre las olas del Drake. Desde la comodidad de nuestras literas, sólo podemos imaginar el posible estado del mar causante de este movimiento. ¿Habrá mar gruesa? ¿Eran aguas tranquilas con un suave oleaje? ¿Fue salvaje con una lluvia torrencial? En esta primera etapa del viaje, aún no hemos calculado el movimiento del Hondius en relación con las condiciones exteriores.

Después del desayuno, empezaron las sesiones informativas obligatorias para prepararnos para el viaje. Para algunos fue un verdadero reto llegar hasta la sala de observación. Pero con las bolsas blancas en la mano y bebiendo té caliente, conseguimos que la mayoría de nosotros estuviera en la sala de observación al mismo tiempo. Nuestro jefe de expedición, Adam, nos explicó claramente los procedimientos de desembarco y destacó la importancia de la seguridad cuando se trabaja tan lejos de las grandes instalaciones hospitalarias modernas.

Después de lo que pareció una ajetreada mañana de reuniones informativas y de asegurarnos de que estábamos totalmente preparados a tiempo para la primera oportunidad que tendríamos de bajar a tierra, llegó la hora de comer. Fue un almuerzo buffet en el comedor de deliciosas ensaladas y una selección de carnes y pan. Fue bueno recuperar energías después de una mañana difícil para algunos.

La tarde comenzó con la gran fiesta de bioseguridad en la cubierta 3. Este es el momento en el que salimos a navegar. Es el momento en que sacamos las aspiradoras, los clips, el desinfectante Vircon y los cepillos de fregar para atacar nuestra ropa exterior hasta dejarla perfectamente limpia, sin semillas, barro ni materia orgánica. Es esencial que llevemos a cabo estos procedimientos para evitar la introducción de nuevas especies en la Antártida.

Fuera, en cubierta, el sol volvía a abrirse paso entre las nubes, centelleando en la superficie del agua y aportando hermosas condiciones de luz. El observador paciente se sentirá bien acompañado en cubierta por la variedad de aves marinas. Hoy había muchos Petreles del Cabo, Petreles gigantes, Pato-petrel antárticos y Petreles azules. Estas aves a menudo disfrutan del cambio en el flujo de aire creado por el barco y como resultado siguen la estela del barco. También se informó de la presencia de un Albatros ojeroso y un Albatros errante, ¡el ave más grande del mundo con una envergadura de hasta 3,5 m!

Felicity dio una charla informativa sobre las ballenas del Océano Antártico. Además de destacar algunos datos interesantes sobre las especies que comparten estas aguas australes, aprendimos a identificarlas entre sí. Esto subraya una vez más la importancia de pasar tiempo en cubierta con nuestros prismáticos y cámaras al alcance de la mano.

Antes de nuestra primera cena hubo tiempo para el resumen de la noche. Durante este tiempo, el equipo de guías ofrece varias charlas con información relevante sobre el día o las próximas 24 horas. Adam empezó con el tiempo y los planes, seguido de Bill, que nos dio algunas orientaciones que serán de gran valor para que disfrutemos del viaje. Anthonie nos introdujo en la Convergencia Antártica, Carina nos informó de la terminología náutica utilizada a bordo, Mattias nos introdujo en la avifauna del Pasaje de Drake y, por último, Misha nos introdujo en la fotografía. Fue un primer día difícil para muchos, en el que el movimiento del Hondius nos infundió un nuevo respeto por los exploradores que nos precedieron y que trazaron las cartas de estos lugares lejanos y salvajes

Nuestro segundo día en el famoso paso de Drake. El día de ayer había sido bastante complicado para muchas personas a bordo debido al estado del mar. Por suerte, este día comenzó con olas mucho menos altas. Un comienzo relativamente fácil para un día importante. En cuanto a hoy tenemos todas las sesiones informativas sobre las diferentes actividades a las que asistiremos durante este viaje. Como buen presagio algunas personas pudieron observar algunos Rorcuales comunes temprano en la mañana a las 7:30 cuando nuestro líder de expedición nos despertó a través de la megafonía.

Tras el desayuno comenzamos inmediatamente con la primera charla sobre la actividad de kayak. Como el estado del mar era bastante más tranquilo se presentó mucha gente. Adam y Matt, nuestros guías de kayak, nos explicaron todos los detalles, incluido el equipo que se utilizará durante la actividad y lo que se puede esperar durante una de las salidas. Desde el principio, a la gente le entusiasmó la idea de navegar entre icebergs y la posible fauna salvaje. Justo después comenzó la segunda charla, sobre la actividad de acampada. Seguramente una de las favoritas de la mayoría y una experiencia que no podrás vivir en ningún otro lugar del mundo. Quedarse atrás en una pequeña isla de la Antártida rodeado de grandes glaciares y montañas mientras se mira el barco que poco a poco se va perdiendo de vista. Saskia, Alexis y Carina nos explicaron cada parte de la actividad. Mostraron cómo funciona el equipo de acampada y cómo hay que prepararse para estar en tierra. La tercera y última sesión informativa fue sobre la actividad de montañismo. Jonny, Owain, Dave y Edward nos explicaron las diferentes opciones que tendríamos durante el viaje. La diferencia entre los niveles de experiencia y el equipo que será necesario. El montañismo conlleva mucho manejo de equipo y la gente necesita saber si está preparada para ello, ya que normalmente es difícil dar la vuelta, ya que todo el mundo camina en equipo encordado por zonas con grietas. La mañana nos dio mucha información y sin duda nos dio una buena idea de qué esperar durante este viaje Basecamp.

Por la tarde, después de un delicioso almuerzo, se nos invitó a venir en grupos a la sala de conferencias para inscribirnos en las actividades. Carina también nos ofreció una charla sobre los pingüinos que veríamos en la Península Antártica. Y Sasha tuvo la amabilidad de organizar otra sesión informativa sobre la seguridad de la zodiac y la IAATO para las personas que ayer se sintieron un poco indispuestas. Un día no puede terminar oficialmente si no ha habido un RECAP por lo que justo antes de la cena todo el mundo fue invitado a la zona Lounge / Bar para nuestra recapitulación diaria. Durante esta recapitulación pudimos escuchar los planes para el día siguiente de nuestro líder de expedición Adam. También tuvimos algunos detalles adicionales de Alexis explicando la forma en que perdemos nuestro calor corporal en ambientes fríos y una explicación de Koen sobre cómo utilizar las raquetas de nieve durante los días siguientes. Simplemente camina como un pingüino que ha estado sentado mucho tiempo sobre un caballo, nos dijo. Por último, los alpinistas dieron un ejemplo en la vida real de cómo caminar en equipo con varias personas atadas. Esto nos dejó más claro que nos esperaban muchas aventuras en los próximos días. Y las aventuras empezaron muy pronto, ya que justo después de cenar vimos varias Yubartas nadando y alimentándose alrededor de nuestro barco. Nuestro capitán Toni redujo la velocidad del barco e hizo algunos círculos alrededor de las ballenas para conseguir una buena observación. Esto hizo posible llegar a ver las ballenas a sólo 50 m de distancia del barco en ciertos momentos.

Qué manera tan increíble de terminar el día. Este fue nuestro último día en el Pasaje de Drake, ya podemos prepararnos oficialmente para nuestro primer desembarco mañana por la mañana en las Islas Shetland del Sur. ¡Aventura allá vamos!

Por fin hemos llegado a la Antártida y, tras un suculento desayuno, nos disponemos a desembarcar del buque por primera vez para experimentar, sentir, saborear y ver este hermoso continente blanco. Todo el mundo ha sido informado, y nuestro primer puerto de llegada es Elephant Point, en las islas Shetland del Sur.

Había oleaje en la costa, así que desembarcar resultó un poco difícil. Elephant Point, sin embargo, es diferente a otros lugares, ya que estaba lleno de elefantes marinos de diversos tamaños, desde grandes toros a los más pequeños de los destetados. Se podían observar algunas peleas y arañazos, pero los elefantes marinos seguían con su día a día, arrastrándose con gracia de un lugar a otro con el mayor de los esfuerzos. Al observarlos, todo el mundo sentía una sensación de paz interior al mirar sus grandes y húmedos ojos. También, hogar de una colonia de Pingüinos juanitos, se paseaban sin cesar. Los Abanto marinos antárticos ya habían puesto huevos, y los descarados Págalos subantárticos hacían todo lo posible por robárselos para un rápido tentempié. Realmente parecía una mini Georgia del Sur, un lugar poco común en la Antártida. Se tomaron muchas fotos y vídeos, la gente estaba feliz de bajar del barco después de un Drake bastante duro. Después de un par de horas, volvimos al barco para atiborrarnos en el bufé.

Por la tarde, tras un suntuoso almuerzo, entramos en la isla Decepción. Tras un par de erupciones catastróficas, el interior del volcán se derrumbó y el agua del mar entró a raudales, formando una caldera por la que pudo navegar el Hondius. Nuestro puerto de llegada fue la bahía de Telefon en la nieve, un paisaje bastante parecido a Marte, desprovisto de vida, pero hay belleza en la desolación. Algunas focas de Weddell yacían en las orillas, y los montañeros llevaron a los que estaban dispuestos y en forma a una larga caminata por las laderas para contemplar los paisajes sin vida que había más allá. Al mismo tiempo, Beth daba una conferencia sobre la geología de la isla Decepción para la mitad de los pasajeros del barco.

Después volvimos al barco, salimos de la Caldera por el estrechísimo Fuelle de Neptuno, con acantilados escarpados a ambos lados del barco, y fuimos a cenar. Por primera vez, todos los invitados se recuperaron de sus mareos y el comedor se llenó. Así terminó nuestro primer día en este impresionante continente.

El día de hoy marcó un momento crucial en nuestra expedición antártica, ya que experimentamos nuestro primer desembarco continental en Portal Point. Los guías de la expedición, con el afán de garantizar una experiencia segura y memorable, salieron temprano para establecer una ruta segura. Al desembarcar del barco, la inmensidad de la Antártida se desplegó ante nosotros, un paisaje cubierto de nieve que inspiró asombro entre todo el grupo.

Los cruceros en zodiac serpenteaban entre los icebergs de formas irregulares. Los icebergs, con sus tonalidades y colores cambiantes bajo la luz antártica, se convirtieron en un espectáculo cautivador para todos. La magia de la mañana alcanzó su cenit cuando una serena ballena jorobada hizo su aparición al inicio de nuestras operaciones. La ballena se movió con gracia, cubriendo una corta distancia antes de dedicarse a arrastrarse, casi como si hubiera estado esperando pacientemente a que nuestro grupo fuera testigo de su majestuosa presencia.

Sin dejarnos intimidar por una nevada más intensa, nuestro entusiasmo se mantuvo inquebrantable mientras nos embarcábamos en un crucero en zodiac por el puerto de Foyne. La nieve que caía añadía una capa de encanto al gélido paisaje. Navegar por el laberinto de icebergs siguió siendo un momento culminante, en el que cada iceberg contaba su propia historia en el prístino entorno antártico.

La tarde dio un giro intrigante cuando exploramos el naufragio del Governøren, un buque ballenero que había sucumbido a las llamas y encallado en el puerto de Foyne. A pesar de la escasa visibilidad, los restos de este barco histórico ofrecían un vínculo con los retos a los que se enfrentaron los primeros exploradores antárticos. El ambiente a bordo de las zodiacs era de fascinación y reflexión mientras nos adentrábamos en la rica historia de la región.

Al anochecer, nos reunimos para cenar y compartir anécdotas de los extraordinarios encuentros del día. Sin embargo, la aventura no terminó ahí. El primer grupo de campistas, ansioso por adentrarse de lleno en la naturaleza antártica, recogió su equipo en la puerta de la concha. Su destino: un campamento de expedición en Portal Point. La expectación era máxima cuando se dispusieron a pasar la noche bajo el cielo antártico, rodeados de la belleza prístina del paisaje nevado.

Mientras los campistas se embarcaban en su aventura nocturna, el resto de los pasajeros a bordo no podía dejar de maravillarse ante las diversas experiencias del día, desde los intrincados icebergs hasta el impresionante naufragio.

El día comenzó con un copioso desayuno en el comedor del Hondius, que marcó el tono de la emocionante expedición antártica que nos esperaba. La operación matinal prevista en el puerto de Orne sufrió un cambio de planes debido a las difíciles condiciones del hielo. El equipo de expedición decidió adaptarse y cambiar a un crucero en zodiac con todo el barco para garantizar la seguridad y el disfrute de los invitados.

Se botaron las zodiacs, que transportaron a los ansiosos pasajeros a través de las aguas antárticas. La mañana se convirtió en un maravilloso encuentro con la naturaleza, ya que las Yubartas salieron a la superficie graciosamente cerca de las zodiacs. Los invitados se maravillaron ante el espectáculo, capturando fotos de estas majestuosas criaturas.

Las zodiacs se acercaron a las orillas del puerto de Orne, revelando un paisaje fascinante. Los invitados vieron a los Pingüinos barbijos anidando afanosamente, con sus figuras blancas y negras salpicando el terreno rocoso. El telón de fondo de imponentes glaciares y formaciones de hielo ofrecía un espectáculo visual impresionante.

El almuerzo se sirvió a bordo, lo que permitió a los invitados reponer fuerzas y compartir anécdotas de las inesperadas y emocionantes aventuras de la mañana. La expectación por las actividades de la tarde aumentó a medida que el barco navegaba por las aguas heladas.

La expedición vespertina se desarrolló en la isla Danco, ofreciendo otra oportunidad de sumergirse en las maravillas de la Antártida. Las zodiacs exploraron la costa, revelando colonias de Pingüinos juanitos anidando en las laderas rocosas y nadando juguetonamente en las aguas heladas.

El paisaje era mágico, con icebergs imponentes y paisajes antárticos vírgenes como telón de fondo. Las condiciones de calma permitieron explorar tranquilamente esta remota isla.

El clímax de la jornada se acercaba cuando unos 80 aventureros decidieron zambullirse en las heladas aguas antárticas para darse un chapuzón. Risas y vítores resonaron mientras los valientes participantes vivían una experiencia extrema. El día concluyó con una recapitulación diaria, en la que los líderes de la expedición compartieron los aspectos más destacados y los puntos de vista de las actividades del día. Los invitados se reunieron para intercambiar anécdotas y revivir los extraordinarios momentos vividos en el corazón de la Antártida.

Se sirvió una suntuosa cena que puso fin a la jornada en un ambiente de camaradería entre los expedicionarios. La expectación por las aventuras del día siguiente persistió mientras la motonave Hondius surcaba las aguas antárticas bajo el sol de medianoche, marcando el final de otro día inolvidable en uno de los entornos más remotos y prístinos del mundo.

A medida que el invierno afirmaba su reinado en el hemisferio norte, nuestros campistas se despertaban tras una noche entre ventisqueros, ya fuera bajo el vigorizante chorro de las duchas calientes o acurrucados en el salón principal, tomando café. Adam, nuestro jefe de expedición, fortalecido por el apoyo de sus ayudantes y de pie en el puente del capitán, miraba con prismáticos la extensión de belleza que se desplegaba ante él en Paradise Bay. Pronto, dejó a un lado los prismáticos, se acercó al micrófono y, pulsando un botón, pronunció: "¡Buenos días, buenos días, buenos días!" Le siguió una breve actualización meteorológica y un recordatorio de los planes del día.

El primer punto del orden del día era el crucero en zodiac. Después de desayunar, nos reunimos en la zona de embarque de la zodiac para explorar la bahía del Paraíso y sus calas. El aire era fresco, con una pizca de escarcha: las primeras estaciones antárticas nunca son cálidas.

Apenas nos alejamos del Hondius, vimos una foca leopardo, ociosamente tumbada sobre un pequeño iceberg. La criatura no estaba dormida, nos lanzaba miradas depredadoras, levantaba intermitentemente la cabeza y, abriendo las fosas nasales, aspiraba olores desconocidos.

De vez en cuando encontrábamos focas de Weddell descansando sobre los témpanos y en la orilla. Cada una de ellas dormitaba, entregándose a sueños de foca, girando de un lado a otro, rascándose los costados con las largas garras de sus aletas delanteras. Esto, a su vez, nos hablaba de los charranes que anidan allí desde hace cientos de años, fertilizando las rocas antes desnudas y creando condiciones favorables para la aparición de esa vegetación. Un poco más allá, los Cormoranes antárticos habían reclamado un pequeño rincón. Las rocas donde anidaban estaban pintadas de blanco con su guano, señal inequívoca de que esas rocas habían servido de residencia estival no sólo durante unos siglos.

En la orilla se alzaba la pequeña estación argentina Almirante Brown. Los pingüinos juanitos se habían apoderado de una parte importante de la estación y habían establecido una auténtica colonia. Paseando de un lado a otro con aire de importancia, los pingüinos dejaron claro que la estación estaba en manos de aletas capaces.

El almuerzo, cabe señalar, no fue un asunto ordinario. Ese día, Oceanwide Expeditions celebraba su trigésimo aniversario.

Para la segunda mitad del día no estaba previsto ningún desembarco, pero eso no significaba que estuviéramos destinados a una existencia mundana confinados en nuestros camarotes. Nos esperaba un emocionante viaje a través del legendario Canal Lemaire, un paso excepcionalmente estrecho y pintoresco enmarcado por imponentes picos montañosos cuyas laderas están cubiertas de glaciares.

Al anochecer, después de cenar, el Hondius fondeó frente a la isla Pleneau. Los aventureros se dirigieron a tierra para pasar la noche, mientras los demás, que permanecían a bordo, tomaban té y compartían impresiones sobre las experiencias del día.

El día comenzó con la voz familiar y reconfortante de Adam, nuestro despertador diario, anunciando otro día de emocionante exploración antártica.

Nuestra aventura matutina consistía en un crucero en zodiac por la pintoresca bahía de Salpêtrière, una zona situada entre la isla Pleneau y Port Charcot, conocida como el "cementerio de icebergs" y a la que Sasha se refería cariñosamente como "el jardín de los icebergs". La vasta extensión estaba adornada con icebergs colosales dispersos, creando un telón de fondo surrealista para la fauna que prosperaba en este reino helado. Los Pingüinos juanitos se paseaban por la orilla y las Focas de Weddelles encontraban tranquilos lugares de descanso. Incluso nos tropezamos con una parte importante del hielo marino del invierno pasado, con algunas Focas de Weddell disfrutando de la serenidad antártica.

Tras capturar una miríada de fotos y vídeos que documentaban los singulares icebergs y los carismáticos pingüinos, regresamos al barco, donde nos esperaba una taza de té caliente que nos descongeló de la gélida expedición. El crucero había sido una experiencia impresionante, marcada por unas condiciones tranquilas y agradables.

Tras un delicioso descanso y el almuerzo, las aventuras del día continuaron con un plan para desembarcar y explorar la isla de Petermann. Esta pequeña pero vibrante isla albergaba una de las colonias de pingüinos Adelia más septentrionales y una de las más meridionales de pingüinos juanitos.

El equipo de expedición, siempre orquestando experiencias extraordinarias, trazó una ruta cautivadora, guiándonos a través de las colonias de pingüinos Adelia y Papúa. Observar a los pingüinos en sus lugares de cría fue una auténtica gozada: cada colonia, repleta de intercambio de piedras entre los nidos, ofrecía una imagen viva de la vida antártica. El telón de fondo de los imponentes glaciares y montañas de la Península Antártica añadió una dimensión sobrecogedora a nuestras observaciones. A lo lejos, el majestuoso Canal Lemaire seguía siendo un espectáculo cautivador.

Cuando el barco concluyó su recapitulación diaria, rodeado de icebergs flotantes, marcamos nuestra posición más meridional. A partir de ese momento, nuestro rumbo cambió hacia el norte, simbolizando una nueva fase en nuestro viaje antártico.

Para celebrarlo, nos esperaba una cena especial en la cubierta exterior 5 de popa: una barbacoa polar bajo el inmenso cielo antártico. El ambiente se llenó de música, una relajada camaradería y el tentador aroma de la barbacoa.

El día, cargado de momentos especiales, concluyó como un preciado recuerdo: cruceros tranquilos, colonias de pingüinos y un festín de celebración bajo el crepúsculo antártico. Un día en la Antártida que sin duda llevaríamos con nosotros, grabado en el tapiz de nuestra inolvidable expedición polar.

La mañana comenzó con el tradicional despertar para un abundante desayuno en el comedor. Fuera, las condiciones meteorológicas prometían un maravilloso día de calma.

Estábamos anclados justo enfrente de Port Lockroy, la primera base permanente británica en la Antártida, ¡también museo y oficina de correos! Normalmente se permite a los huéspedes de los cruceros visitar estas instalaciones, pero debido a la gripe aviar los trabajadores residentes en Puerto Lockroy prefirieron evitarlo, y en su lugar vinieron a bordo del Hondius. Trajeron consigo todo tipo de recuerdos para que los huéspedes pudieran comprar y también colaborar en la conservación de esta maravillosa y prístina zona del mundo. Por supuesto, todo el mundo estaba interesado en el servicio de correo, y en la oportunidad única de enviar a sus seres queridos una postal desde la propia Antártida. Varias postales y sellos más tarde, la bolsa del correo estaba llena y lista para iniciar el largo viaje (probablemente de varios meses) hacia cada destino.

Fue sumamente interesante conocer a la gente que trabaja en Puerto Lockroy, sus retos, actividades y obligaciones diarias, ya que comparten con nosotros su pasión por la conservación y sus diferentes programas para llegar a comunidades de todo el mundo.

El equipo de la expedición preparó el lugar de desembarco frente a Puerto Lockroy, llamado Jougla Point (en el lado oeste de la isla Wiencke), un lugar mágico con miles de Pingüinos juanitos, algunos de ellos con huevos, y varias Focas de Weddelles echando una agradable siesta alrededor de la zona de desembarco.

También tuvimos la oportunidad de hacer un crucero en zodiac. Todavía había algo de hielo marino alrededor, con algas de nieve, lo que nos permitió comprender mejor el aspecto que puede tener esta zona durante el invierno, e impresionantes icebergs varados en las costas poco profundas. Incluso vimos un lobo marino Era la primera del viaje.

Volvimos a bordo llenos de energía y listos para reponer fuerzas con un almuerzo buffet en el comedor. Poco después llegamos a nuestro destino de la tarde, Damoy Point, que parecía estar a la vuelta de la esquina.

Punta Damoy nos recibió con un clima cálido y soleado. Había una histórica cabaña argentina y también una cabaña británica que se utilizó durante varios años como instalación aérea de verano británica y estación de tránsito para personal científico. Estas cabañas están bien equipadas y disponibles para ser utilizadas en caso de emergencia, así que el equipo de expedición abrió la cabaña de Damoy Point y, mientras Bill construía escalones sobre la nieve y se aseguraba de que dejáramos todo como estaba fundado, tuvimos la inolvidable experiencia de caminar por el interior e imaginar cómo habría sido para los expedicionarios pasar allí el invierno.

Un halo de sol y una caminata alrededor de la isla hicieron que nuestro día fuera todo lo especial que podía ser. ¡Ah! Los Pingüinos juanitos también estaban aquí.

Antes de volver a bordo, exploramos la zona en un crucero en zodiac con el tiempo más perfecto que habíamos tenido hasta el momento, jugando con el hielo, encontrando cada vez más icebergs de formas únicas e incluso teniendo un encuentro con Yubartas cuando dos de ellas decidieron nadar alrededor.

Volvimos a bordo justo a tiempo para la sesión informativa diaria, en la que el equipo de expedición parecía tan feliz como nosotros por el privilegio de haber disfrutado de ese día. Hubo novedades sobre el día de mañana: íbamos a empezar temprano.

Nos despertamos sorprendentemente temprano a regañadientes en respuesta a la directiva del programa diario. Algunos de nosotros con el recuerdo del resumen de dos palabras de Bill y el breve vídeo del día anterior... 'El Drake'. La imagen de los enormes mares chocando contra y sobre la proa profundamente grabada en nuestros ansiosos cerebros...

Desayunamos en el salón y nos vestimos rápido y bien abrigados (ya que hacía -2ºC) para embarcar en las zodiacs a las 6.30 de la mañana para un último crucero y aterrizaje en Cuverville. Por suerte, montones de pingüinos densamente agrupados en colonias muy separadas y ruidosas. Mar adentro, la bahía estaba repleta de icebergs encallados: ...., esculturas asimétricas multitono de todas las formas y tamaños.

El crucero fue interesante, ya que las zodiacs entraban y salían de las infinitas formas de hielo. Como un detective, examinamos las pruebas visuales que teníamos ante nosotros, la posición y el ángulo de las líneas de marea y la enrevesada multitud de texturas, líneas y grietas. La historia de cada enorme trozo de hielo quedaba claramente ilustrada por su forma.

Después desayunamos, aunque a la mayoría le pareció un almuerzo.

Una vez todos a bordo, el Hondius comenzó a avanzar lentamente hacia el norte. Se derramaron algunas lágrimas al darse cuenta de que esta impresionante experiencia vital en todo el océano estaba a punto de terminar. Este fue el último crucero en zodiac y el último desembarco. El avistamiento lejano de una manada de orcas hizo que todo el mundo se emocionara y se alineara en la cubierta de proa mientras el Hondius avanzaba hacia el norte. Desgraciadamente, esta manada no estaba interesada en posar, sino en alimentarse

Después de comer, el salón estaba bastante desierto. sólo 4 personas, el resto, ahora que la adrenalina había desaparecido, la mayoría estaba tumbada en sus literas intentando recuperarse de la pérdida del sueño reparador de primera hora de la mañana. De repente, de nuevo el grito... ¡ORCA! La situación cambió y los pasajeros, armados con cámaras, salieron corriendo de sus confortables capullos bajo cubierta para enfocar la actividad de las orcas.

A continuación, un visionado del magnífico documental de la BBC sobre la Antártida. Todo el mundo maravillado con la fotografía y la convincente narración de Attenborough, y después una interesante conferencia impartida por la "burbujeante" Saskia.

Fuera, el estado del mar aumentó gradualmente y el viento empezó a aullar... ¡según las previsiones, iba a ser un tormentoso Paso de Drake! El médico no paró de repartir parches contra el mareo.

Después de la cena, Antony comparó el concurso de fin de viaje... muchas preguntas relacionadas con el crucero y para poner a prueba la memoria, además de una sección en la que los equipos debían identificar fotografías del personal cuando eran jóvenes.

Fue otro gran día de actividades en todo el océano... nos fuimos a nuestras literas soñando con mares montañosos por la mañana.

El día empezó con un desayuno saludable que nos animó para las actividades que nos esperaban. Lo primero que hicimos fue devolvernos nuestras botas de agua, símbolo del accidentado terreno que recorrimos juntos. Misha y Juan asumieron el liderazgo por la mañana, recopilando fotos para el concurso fotográfico. Para el concurso se subdividieron en 3 categorías: paisaje, vida salvaje y divertido. Se animó a cada pasajero a presentar una fotografía por categoría, preparando el escenario para una exhibición amistosa pero competitiva.

A medida que el sol alcanzaba su cenit, la expectación flotaba en el aire a medida que las fotos recopiladas se iban desvelando por la tarde. La exposición pintó un vívido tapiz de nuestro viaje colectivo, mostrando las diversas perspectivas de nuestros compañeros de viaje. El arte continuó cuando Bill tomó la palabra, pronunciando una cautivadora conferencia sobre pinturas que representan el mar. Desentrañamos los significados simbólicos entretejidos en el lienzo, adquiriendo una apreciación más profunda del arte marítimo que resonó a lo largo de la historia.

Después del almuerzo, la conferencia de Misha sobre la migración de las aves nos transportó al fascinante mundo de las aves errantes. Los lejanos viajes de las aves, orquestados por el cambio de las estaciones, se desplegaron ante nuestros ojos, revelando las historias jamás contadas escritas a través de los cielos. A continuación, Beth dirigió una exploración bajo la superficie helada, ilustrándonos sobre los misterios ocultos bajo el hielo del continente austral. Se desvelaron glaciares y paisajes desconocidos, ampliando nuestra comprensión de la enigmática belleza de la Antártida.

Al atardecer, comenzaron las cautivadoras recapitulaciones. Matthias nos cautivó con sus conocimientos sobre las aves skua, adquiridos a lo largo de cinco temporadas estivales de investigación en las Shetland del Sur. Edward compartió sus conocimientos sobre el monumental reto de conquistar el monte Vinson, el pico más alto de la Antártida. Misha añadió un toque poético a las recapitulaciones, ofreciendo una sentida oda a los albatros, poniendo un colofón artístico a la odisea educativa de la expedición.

Una suntuosa cena marcó la culminación de la jornada intelectual y creativa. El comedor bullía de conversaciones animadas, alimentadas por las experiencias compartidas durante el día.

El día terminó con Misha y Juan anunciando los ganadores del concurso de fotografía, añadiendo un toque de competición amistosa a nuestra aventura antártica. La noche se amenizó con la proyección de la película "Happy Feet", una agradable oportunidad para relajarse y compartir risas.

En resumen, un día repleto de aprendizaje, creatividad y camaradería, un buen colofón para nuestra aventura antártica.

El tiempo de este día ha sido temido durante días mientras veíamos la previsión meteorológica con enormes zonas rosas atravesando el Pasaje de Drake de oeste a este. El equipo del puente nos ha estado guiando cuidadosamente hacia Ushuaia pero también intentando que fuera lo más cómodo posible. A lo largo de la noche las condiciones habían empeorado con olas cada vez más altas y sacudidas en nuestras literas. Cuando llegó la mañana, la altura de las olas había disminuido y muchos pudieron llegar al desayuno.

Había mucha gente desayunando, todos comentando sus historias de la dura noche que habíamos pasado. Cuántas veces nos habíamos despertado. A qué hora empezó el mal tiempo.

Después del desayuno, Misha organizó un taller de fotografía en la sala de conferencias. Los guías de fotografía, Misha y Juan, han sido fantásticos llevándonos de viaje y compartiendo su amplia experiencia que tienen de trabajar en la Antártida. A las 10.30, el capitán anunció que cambiaríamos ligeramente de dirección, lo que modificaría nuestro ángulo con respecto a las olas y podría provocar más movimiento a bordo. Por ello, nos recomendó que fuéramos a nuestros camarotes, donde es más seguro, y comprobáramos que nuestras pertenencias estuvieran bien estibadas en el mar. A las 11.30, Alexis comenzó su conferencia sobre los yámanas, el pueblo indígena de Tierra del Fuego. Había leído mucho sobre el tema y había aprendido mucho de la gente local y de los museos de la Patagonia y las Islas Malvinas.

A la hora de comer, el viento había bajado a unos 18 nudos y las condiciones del mar también habían disminuido. El almuerzo fue con una ligera diferencia hoy debido a las duras condiciones que hemos estado teniendo. El personal del comedor nos sirvió sándwiches y ensalada, una opción sensata con tanto movimiento.

Después de comer nos reunimos en el salón para ver un famoso vídeo de los antiguos transatlánticos P, grandes cargueros de aparejo cuadrado, navegando alrededor del Cabo de Hornos. Es un vídeo fantástico que da una idea del peligro y el desafío que han supuesto estas aguas durante los últimos 200 años.

A las 15.00, Anthonie nos dio una charla muy actual sobre las olas. Tiene un conocimiento impresionante de este tema y dio una charla muy interesante.

Por la tarde se nos permitió utilizar de nuevo las cubiertas exteriores, lo que fue un complemento encantador para la tarde, ya que el cielo estaba azul y se podía sentir el calor del sol al estar en la cubierta.

Al final de la tarde tuvimos una fantástica charla en trío sobre el impacto humano en las regiones polares, que fue una nota importante e interesante para terminar.

Hacia las 6 de la tarde nos invitaron a volver al salón para el cóctel del capitán. Nos sorprendió ver a todo el equipo de expedición muy bien vestido. Todos tenían grandes sonrisas en sus caras. El capitán Toni levantó su copa por nuestro viaje. Luego tuvimos el gran placer de ver la presentación de diapositivas de fin de viaje de Juan. Fue una delicia ver su trabajo. Maravillosas imágenes acompañadas de imágenes de la vida salvaje, hermosa música de fondo.... Y lo increíble de su trabajo Y la increíble cantidad de trabajo que había puesto en la presentación de diapositivas realmente salió a la luz. A todos se nos llenaron los ojos de lágrimas.

Después de esta emotiva reunión en el salón, nos invitaron al comedor para una última cena a bordo. El equipo de cocina no nos decepcionó. Otra deliciosa comida, risas y muchas caras felices. También tuvimos ocasión de mostrar nuestra gratitud al equipo del hotel, que siempre se aseguró de que tuviéramos lo que necesitábamos.

Cuando nos despertamos, ya estábamos en el puerto de Ushuaia listos para desembarcar por última vez. Las dos últimas semanas nos han llevado en un viaje extraordinario a la Península Antártica, las Shetland del Sur y el vasto Océano Austral entre ambas. Este inolvidable viaje nos ha mostrado lo variada y numerosa que es la vida en estos remotos y a veces inhóspitos rincones de nuestro Planeta Tierra. Hemos encontrado una fauna asombrosa, hemos hecho nuevos amigos, hemos aprendido y experimentado juntos. Todos nos llevaremos recuerdos diferentes de nuestro viaje de vuelta a casa, pero esos recuerdos nos acompañarán el resto de nuestras vidas.