Cinco razones para amar Santa Elena (incluso si eres un adicto al polo)

by Oceanwide Expeditions Blog

Por qué nos encanta la isla tropical de Santa Elena, ¡y a ti también debería gustarte!

Ser una de las islas más remotas de la Tierra le confiere cierto encanto. Recibir su nombre de una emperatriz romana (y madre de Constantino el Grande) también ayuda. Y si busca un tema de conversación, ser el lugar del último exilio de Napoleón tampoco está de más.

El hecho de que todas estas cosas puedan decirse de un solo lugar, Santa Elena, es un buen presagio de lo encantadora que puede resultar esta isla volcánica en una cena.

Pero eso no es todo lo que Santa Elena tiene que decir en su favor. Esta isla insólitamente lejana, situada en el Atlántico Sur, también cuenta con una avifauna increíblemente abundante, una flora vibrante y unas rutas de senderismo extraordinariamente verdes, entre otros atractivos.

Independientemente del hecho de que Santa Elena se encuentre fuera de nuestra zona polar habitual, he aquí cinco cosas que nos encantan de esta encantadora isla.

1. La avifauna (y los mamíferos marinos) de Santa Elena

Santa Elena alberga tantas aves reproductoras que BirdLife International la ha designado Área Importante para las Aves. Noddies, petreles, charranes y aves tropicales anidan en Santa Elena, junto con el único ave endémica que queda en la isla: el chorlitejo de Santa Elena, en peligro de extinción, conocido también como pájaro de alambre por sus enjutas patas.

Concretamente, en Santa Elena se reproducen aves tropicales de pico rojo, charranes blancos, Paíños sombríos, Tiñosas boba, Piquituertos pardos y negros y Piqueros enmascarados atlánticos.

En Santa Elena no hay mamíferos terrestres endémicos, pero a veces pueden verse focas y ballenas en las aguas circundantes: las más comunes son los lobos marinos subantárticos, los elefantes marinos del sur, los rorcuales aliblancos, las ballenas jorobadas y las ballenas francas australes.

2. Toda la vibrante flora de Santa Elena

La introducción de cabras por los exploradores portugueses en 1502 redujo gran parte de la flora endémica de Santa Elena, pero tras siglos de rebrote ahora se pueden ver muchas especies originales.

Entre ellas se encuentran las secuoyas de Santa Elena, los ébanos enanos de Santa Elena y las coles negras. Estos árboles se ven con más frecuencia en los altos matorrales de helechos de las crestas centrales de Santa Elena, exploradas en parte durante nuestras excursiones guiadas a Santa Elena, de las que hablaremos más adelante.

Sin embargo, el ébano enano de Santa Elena no está emparentado con ninguna otra especie de ébano, y la secuoya de Santa Elena tampoco está emparentada con las secuoyas de California.

3. Jamestown y su encanto heleno

Jamestown, remota pero rica en historia, ha sido testigo de una actividad de la que pocos lugares tan alejados de la civilización continental pueden presumir. La ciudad fue fundada en 1659 por colonos de la Compañía Británica de las Indias Orientales, y durante los primeros siglos sirvió como puesto avanzado de comercio y comunicaciones.

Con el tiempo, Jamestown se hizo famosa por su rica arquitectura georgiana, su asociación con Napoleón Bonaparte y su función como puerto británico vital en el rescate de esclavos traficados entre África y América.

El estilo georgiano señorial, común entre principios del siglo XVIII y principios del XIX, se concentra notablemente en Jamestown, que cuenta con la iglesia anglicana más antigua del hemisferio sur, construida en 1772,

así como una escalera de 699 peldaños conocida como Escalera de Jacob, construida en 1829.

Como ya se ha mencionado, Jamestown fue también un importante puerto para la interceptación británica de esclavos, salvando a unos 25.000 prisioneros africanos antes de su cierre en la década de 1870.

Por último, Jamestown fue el segundo y último lugar de exilio de Napoleón, que vivió en la Longwood House de la ciudad desde 1815 hasta su muerte en 1821.

4. El exilio de Napoleón en Santa Elena, en Longwood House

Naturalmente, uno de los líderes militares más ambiciosos y decisivos de la historia necesitó exiliarse dos veces. Tras escapar de su primer encarcelamiento en la isla mediterránea de Elba, Napoleón recuperó el control de Francia en lo que desde entonces se conoce como los Cien Días.

Sin embargo, Napoleón perdió rápidamente el poder cuando los aliados europeos se unieron contra él en la Séptima Coalición y le derrotaron en la trascendental batalla de Waterloo.

Esta derrota final culminó en el segundo exilio de Napoleón en 1815, esta vez a Santa Elena, donde vivió hasta su muerte a la edad de 51 años. El edificio de la Compañía de las Indias Orientales donde se alojó Napoleón, Longwood House, es ahora un museo de Santa Elena.

5. Senderismo por las tierras altas y bajas de Santa Elena

No hay nada como plantar tus propios pies en una de las islas más remotas del planeta, sobre todo si esa isla es la exuberantemente verde Santa Elena.

Nuestros cruceros por Santa Elena, que ofrecen desde sencillos paseos por el campo hasta excursiones más intensas por los profundos valles, las bahías aisladas y los pintorescos senderos de los acantilados, son una forma ejemplar de conocer las tierras altas y bajas de esta encantadora isla.

Encontrará descripciones detalladas de las numerosas rutas de senderismo de Santa Elena en guías como Exploring St. Helena: A Walker's Guide, de Laurence Carter e Ian Matheson.

No podemos ofrecer todas las rutas detalladas en ese libro debido a los numerosos lugares que nos esforzamos por visitar durante nuestros programas en el Hemisferio Sur, pero nuestros guías de expedición elegirán sin duda las mejores rutas posibles dadas las circunstancias.

Sea cual sea el camino que acabe tomando, sin duda se alegrará de haber elegido la ruta de Santa Elena para su crucero de expedición.

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